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Desde el momento en el que echaron la verja de sus negocios aquel sábado de marzo (muchos ya lo hicieron de forma voluntaria la víspera), los hosteleros no han parado de pensar en posibles soluciones para salvar sus bares y restaurantes. Después de incontables horas dando vueltas a lo mismo, de numerosos desvelos pensando en cómo mantener a todos sus empleados y de jornadas completas, lápiz en mano, arañando unas cuentas que no salen, llega el momento de darles voz y conocer las reflexiones que les rondan.

GURMÉ ha consultado a varios restauradores sevillanos para conocer sus impresiones sobre la difícil situación que aguarda al sector. El plan de desescalada anunciado por el Gobierno confirma el peor de sus temores, ya que se encuentran ante unas limitaciones que mermarán considerablemente sus ingresos y, de momento, con la obligación de mantener a toda la plantilla una vez que reanuden su actividad. La mayoría tiene claro que no invertirá en infraestructuras condenadas a la temporalidad (como las comentadas mamparas de metacrilato) y muchos coinciden en que prefieren esperar y abrir en condiciones a hacerlo de forma precaria precipitadamente. Estas son sus reflexiones.

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